EN FAMILIA SE DISFRUTA MEJOR

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La familia es fundamental porque es el núcleo más íntimo que tiene todo ser humano. Es donde se adquiere sentido de pertenencia, se recibe el afecto necesario, y se desarrollan habilidades esenciales para crecer. Además, es la constructora de los recuerdos más importantes. Al crecer, las personas suelen desear construir una familia porque desean ser amadas y amar. Por eso, en familia se disfruta el diálogo, comer juntos, las vacaciones, jugar y salir de paseo.

La familia nos ayuda a cumplir sueños y nos provee de las primeras normas de socialización y urbanidad. Es la que nos impulsa hacia el futuro, guiándonos hacia la independencia que nos capacita para construir un proyecto de vida personal.

En familia se disfruta más el abrazo, la palabra de afirmación, el beso inesperado, y el estímulo que todos necesitamos para superar las crisis. Es vital proveer a la persona amada la seguridad de que es aceptada, valorada y apreciada. Para esto es fundamental pasar tiempo de calidad y uno de esos momentos que más se disfrutan es cuando nos divertimos, jugamos, comemos juntos o bien nos vamos de vacaciones.

El afecto, y pasar tiempo juntos es lo que convierte a la familia en el mejor lugar para vivir, porque en familia se disfruta más el amor, la sonrisa, y celebrar los éxitos. El expresar y recibir afecto nos provee de fuerza para no rendirnos ante la adversidad y los desafíos de la vida. Desde la niñez hasta la ancianidad, las personas necesitamos amar, y ser amadas, valorar y ser valoradas, apreciar y ser apreciadas. Por eso toda expresión de amor es apreciada al máximo. Le transcribo lo que le escribió una hija a su padre el día de su cumpleaños; “Cómo no admirarte, si eres un ejemplo de amor, amistad, compañía, y apoyo; eres todo, papi. Agradezco a Dios por ponerte como mi guía. ¡Gracias por estar siempre! ¡Te Amo con todo mi corazón! ¡Eres un ejemplo digno de admirar!” Cuando las palabras brotan del corazón, se recuerdan para siempre. Por eso, si le cuesta verbalizarlo, escríbalo. Si le cuesta escribirlo, invítelo a cenar. Pero no se guarde lo que siente, porque expresar afecto nos acerca. Cuando somos capaces de dar lo mejor de nosotros la familia se disfruta más. Expresamos afecto por medio de palabras, regalos, abrazos, caricias, y actos de servicio, pero también cuando nos divertimos juntos, jugamos, salimos, o bien hacemos un campamento en el patio de la casa.

Al expresar cariño a través de actos de servicio para la familia se generan recuerdos mágicos. Nunca olvido a mi papá cocinando su plato favorito los domingos, había ilusión, y estábamos alegres, la familia estaba junta. Ese día asistíamos a la Iglesia en la mañana, y todos sabíamos que nadie podía hacer otros planes. Al llegar a casa, papá se ponía el delantal y sacaba los ingredientes, todos colaborábamos en poner la mesa y al medio día la familia estaba comiendo unida. Hablábamos, reíamos, contábamos un buen chiste o las historias de la semana, y se exponían los planes de los próximos días. Hay recuerdos que se quedan en el corazón porque son parte de las tradiciones familiares que no se olvidan. Papá y mamá nos permitieron compartir en familia momentos inolvidables.

En familia se disfruta mejor todo, porque se convierte en algo nuestro y es parte de nuestros recuerdos más preciados. Por eso, todos recuerdan cuando fuimos al parque a jugar, a elevar un papalote, o bien nos tirábamos al suelo para que los pequeños se montaran a caballito sobre nuestros hombros. Nunca olvido cuando era niño, la ilusión que generaba ir a la piscina del pueblo a bañarnos, buscábamos cualquier pretexto para hacerlo, o bien ir al río para descubrir un nuevo lugar para nadar.

Usted puede ir a jugar con sus amigos o bien con el equipo de futbol al que pertenece, eso se llama deporte y es parte de nuestro proceso de socialización, pero nada se disfruta más que pasar tiempo en familia. Hay tradiciones que no se olvidan. Tengo unos amigos que recuerdan cuando sus padres se vestían elegante los viernes porque ellos salían a cenar juntos, solo ellos dos. Todos en casa sabían que las noches de los viernes era la noche de los padres. Se acostumbraron a que siempre venía una tía a cuidarlos, porque esa era la noche de la pareja. Ahora que mi amigo es grande tiene la misma costumbre con su esposa. Porque las vivencias de la familia nos siguen cuando crecemos.

Mi amigo Héctor los domingos hace un asado en su casa para la familia. Da gusto verlo cocinar con tanto esmero y amor. Es un almuerzo que se extiende toda la tarde, la familia charla, ríen y la pasan bien. Ahora que sus hijos han crecido tienen la misma tradición con sus familias. Porque todo lo que se vive en familia se disfruta mejor.

Cuando nuestros hijos estaban pequeños y salíamos de vacaciones no podían faltar los juegos de mesa, era una tradición sentarnos a jugar diferentes juegos que nos permitían reír, y pasarla bien. Las vacaciones en familia son propicias para conversaciones amenas, planear las siguientes vacaciones, y dormir juntos en la misma cama. Mis hijos han crecido y aun hoy ellos quieren ir de vacaciones con nosotros, porque es parte de nuestra tradición familiar. Pensé que algo cambiaría con el paso de los años, pero me doy cuenta que lo que se disfruta en familia se vive con mayor intensidad y siempre se quiere repetir. Por lo que jugar pases con los niños, ir al cine con nuestros adolescentes, salir a cenar en familia, jugar en el parque, realizar paseos por el campo, conocer nuevos lugares, o simplemente ver una película en casa puede convertirse en algo tan espectacular que vamos a desear que se convierta en una tradición.

Para que estos momentos en familia sean mágicos, debemos tener la mejor actitud, disponernos a disfrutar lo que estamos viviendo, ser espontáneos, ahorrar energía al regresar a casa y ser condescendiente con los más pequeños.

Tengo unos amigos que en el verano se van de vacaciones, nada interfiere con ese tiempo maravilloso. Siempre lo planean con suficiente tiempo, ahorran, se distribuyen las responsabilidades y se disponen a disfrutarlo. Pocas veces he visto a una familia disfrutar tanto las vacaciones como ellos, es como si fuera algo sagrado, nada los detiene para divertirse y pasarla bien. Mi amigo es un exitoso empresario, y trabaja duro para mantener a su familia, pero es tan importante ese tiempo de vacaciones que cada mes hace el ahorro para las vacaciones deseadas. Su pasión es ir a la playa, y su momento más emocionante ocurre al final de la tarde cuando el sol comienza a descender y se sientan todos a ver el atardecer. Es ahí cuando dialogan, ríen, se divierten y al final ninguno de ellos quiere irse, porque hay cosas que en familia se disfrutan mejor.

Es en casa donde se construyen recuerdos, y se viven momentos inolvidables, son recuerdos que se quedan guardados en el corazón como el tesoro más importante. Nada se disfruta más que estar en familia.

Los momentos más emocionantes son los espontáneos, esos que surgen sin que nadie los planifique. Esto me ha ocurrido con mis hijos muchas veces, cuando al llegar a casa me dicen; “papi están dando una excelente película, vamos a verla”. Me cambio para estar más cómodo y nos vamos al cine. Surge una alegría en esos momentos que no se cambia por nada. Los hemos llamado, “un tiempo papá – hijo”. Solo nosotros dos, o nosotros tres. Por eso, sea espontáneo, y disfrute más las locuras que se recuerdan para siempre, porque en familia se disfruta mejor.

Definitivamente el amor se disfruta más en familia.

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