EL CAMBIO INICIA CON UNA DECISIÓN
Todo cambio inicia con una decisión, es lo que nos pone en movimiento, y requiere determinación, constancia y perseverancia para lograr que el cambio que pretendemos sea permanente. Es por esta razón que los cambios importantes no pueden depender de las emociones, porque serían cambios momentáneos. Todo cambio inicia con una determinación firme de que nos vamos a dirigir hacia un objetivo claro y definido.
El cambio para que sea permanente necesita acción, movimiento y determinación, pero también necesitamos estar persuadidos de que el cambio que estamos buscando trae crecimiento personal y beneficio para la familia. Es esto lo que nos provee la motivación necesaria para mantener el cambio en el tiempo.
Cualquier cambio que se desee realizar en la vida, requiere disposición y se avanza paso a paso, etapa por etapa, no ocurre en automático, y tampoco de la noche a la mañana.
Para que los cambios sean significativos y permanentes requiere que seamos perseverantes, tengamos la información necesaria para alcanzar lo planeado, elijamos bien las personas que nos acompañarán en el camino y recordemos que vamos a avanzar etapa por etapa.
Mientras avanzamos, debemos celebrar los éxitos, porque nos producen la motivación necesaria para enfrentar los retos que tenemos por delante.
Para que el cambio se pueda dar, requiere la confianza necesaria y de una fuerza de voluntad fuerte y firme.
Llegaremos tan lejos como decidamos avanzar, y para lograrlo necesitamos saber lo que debemos cambiar, mejorar o vencer. Por eso, es importante que nos sentemos a analizar: ¿Qué deseamos cambiar?, ¿en cuánto tiempo deseamos cambiarlo?, ¿cómo lo vamos a realizar?, ¿quién debe acompañarnos en el proceso? y ¿qué requerimos para tener éxito?
Para cambiar debemos vencer nuestros temores, y esto ocurre cuando los enfrentamos con información confiable, tenemos una buena actitud y definimos claramente la ruta a seguir.
Todo cambio trae crecimiento y se logra a partir de una mejora continua, por eso, en el camino debemos aprender a superar los fracasos momentáneos, y sobreponernos a la crítica de los demás.
El cambio implica dejar atrás algo caduco, algo que no funciona en la actualidad, o bien, algo que no está acorde con nuestra edad o entorno familiar.
Enfrentar el cambio no es fácil, porque implica dejar de hacer algo que siempre hemos hecho. Es dejar atrás algo que impide que mejoremos. Por esta razón los cambios no pueden ser radicales o abruptos, los cambios deben ser progresivos y provienen de un plan definido y bien interiorizado. No todos los cambios deben ser radicales, podría ser que lo que necesitamos es mejorar algo, pero no desecharlo. Por eso, los procesos de cambio son propios para cada situación y para cada persona. Pero sí debemos tener claro que, quien no cambia para mejorar inicia un proceso de obsolescencia, o bien de parálisis.
Por ejemplo, si viene un nuevo hijo a la familia, debemos preparar a los hermanos para el cambio. Ellos deben participar en el proceso para recibirlo, ilusionarse con el nacimiento del nuevo hermanito, pero a la vez deben estar seguros que el amor que los padres tienen por ellos es inamovible. El nacimiento de un nuevo hijo conlleva un tiempo de ajuste, porque implica un cambio en la dinámica familiar, pero con el tiempo todo regresa a la normalidad.
Muchas veces no deseamos cambiar porque estamos cómodos en nuestra zona de confort, la cual nos produce estabilidad, ya estamos acostumbrados a realizar las cosas de determinada forma, y no deseamos incomodarnos. Pero si deseamos crecer, mejorar y avanzar debemos estar dispuestos a pagar el precio del cambio, pero sobre todo debemos ponernos en movimiento para recorrer el camino que nos dirige a la meta propuesta.
Ante la duda se requiere información, ante la incertidumbre, se necesita convencimiento, y ante el negativismos se requiere una nueva actitud. Los cambios no son fáciles de enfrentar, porque implican ruptura, dejar atrás, soltar, evolucionar y ceder. Pero cuando se tiene la información necesaria, hay convencimiento de que es lo mejor, y se asume la actitud correcta, el cambio se vive con ilusión y hay más disposición a enfrentar lo nuevo.
Resistencia al cambio
Nos resistimos al cambio porque altera la rutina, cambia la forma como lo hemos hecho siempre, y nos incomoda hacerlo diferente.
Todo cambio implica hacer algo nuevo, es un camino no recorrido y esto genera incertidumbre, inseguridad y los resultados son inciertos. Pero todo cambio trae innovación, despierta creatividad y hace surgir inteligencia que no conocíamos que teníamos.
Existe resistencia al cambio por el temor que tenemos a enfrentar lo desconocido. Si algo nos atemoriza es tener que vivir experiencias nuevas, porque nos genera incertidumbre, produciendo un desgaste emocional en el tiempo. Pero el temor disminuye cuando se busca el consejo de personas que han vivido la experiencia y medimos el impacto que tendrá en nuestra vida.
Si conocemos lo que va a suceder tenemos una mejor disposición al cambio, porque estamos conscientes de los alcances, las consecuencias y de los beneficios que obtendremos. Por eso, entre mejor informado se esté, será mejor nuestra actitud y disminuiremos el temor a lo desconocido.
Ninguno de nosotros desea fracasar, por eso tenemos resistencia al cambio, ya que tenemos que ajustarnos a una nueva realidad y a nuevas experiencias. Al tener claros los objetivos y los beneficios que alcanzaremos, nos ayuda a contrarrestar el temor al fracaso.
La actitud correcta
Mantener una buena actitud ante el cambio, nos ayuda a lidiar con los pensamientos negativos que vamos a enfrentar y las posibles críticas que recibiremos. Una buena actitud nos permite mantenernos enfocados y a contrarrestar el desánimo que surge muchas veces producto del cansancio.
Nos ayuda a tener una buena actitud, pensar en forma positiva, ser optimistas y asociarnos a personas que nos animen a perseverar.
Nos ayuda a tener una buena actitud reconocer que poseemos todo lo necesario para enfrentar el cambio, por eso es saludable tener claro que contamos con los recursos y el potencial necesario para enfrentar la nueva experiencia.
Entre más informados estemos mejor enfrentaremos el cambio, porque contrarresta la incertidumbre y los temores. La información debe ser confiable y abundante.
Inspírese con experiencias de otros y recuerde los éxitos del pasado. Porque todos hemos enfrentado el cambio en muchos momentos, por eso tenemos un registro de experiencias que nos pueden servir como fuente de inspiración.
Los retos y la adversidad nos han dejado lecciones valiosas que nos sirven en el presente para enfrentar el cambio con mayor firmeza y confianza.
El cambio es una oportunidad de dar lugar a lo desconocido, al nacimiento de algo nuevo y a la oportunidad de reinventarnos a nosotros mismos.
Si somos flexibles y estamos abiertos a vivir nuevas experiencias nos es más fácil dar los primeros pasos que nos ponen en movimiento.
Para cambiar necesitamos ser creativos, innovadores y mantener una mente abierta a vivir nuevas experiencias. Esto produce en nosotros expectativa y nos permite crecer en todo sentido. Ser creativo y positivo, nos permite ver con optimismo el futuro.
Llegó el momento de entrar en acción y ponernos en movimiento, dibuje, escriba, y grafique el camino a recorrer, fije la mirada en la meta final, y ponga toda su confianza en Dios.