¿POR QUÉ EL HOGAR ES EL MEJOR LUGAR?
El hogar es el mejor lugar para vivir porque es el lugar en el cual nacemos, crecemos, se nos da identidad, construimos recuerdos, están las personas más importantes para nosotros y las que más amamos.
Se puede pasar bien en cualquier lugar, pero en familia se pasa mejor, porque es el refugio emocional en el que hemos crecido, y el lugar al que pertenecemos.
Cuando estoy lejos por trabajo, deseo regresar a casa, al lugar que pertenezco, comer con mi familia, dormir en mi cama, hablar con mis hijos y pasar tiempo con Helen, mi esposa. Nada despierta más ilusión que regresar a casa.
La familia está compuesta por personas con características diferentes, que experimentan cambios en el tiempo, y observan la vida desde diferentes puntos de vista. Por lo tanto, no existe la familia perfecta, porque la integran personas con defectos y expresiones emocionales distintas; pero sí podemos construir una familia saludable, en donde podemos superar nuestras crisis, resolver nuestras diferencias, y sentirnos amados.
Las familias saludables, son aquellas que son capaces de adaptarse a los cambios que experimentan. Por ejemplo, aun recuerdo cuando Helen y yo no teníamos hijos, nuestro departamento era pequeño y lo que comprábamos para la comida eran pocas cosas. Salíamos a cualquier hora al lugar que deseábamos, pero un día, llegaron sonrisas, alegrías y los tiempos de llanto. Nacieron Daniel y Esteban y nuestra atención cambió. Ahora nuestros hijos consumían toda nuestra energía y surgía un nuevo amor. Un amor que marcaría nuestras vidas para siempre y la ilusión para regresar a casa aumentó. “Papi, papi, papi, juguemos.” ¡Qué momentos más emocionantes, son inolvidables!
Recuerdo muy bien cuando Daniel dio sus primeros pasos y caminó varios metros, había vencido el miedo y rápidamente comenzó a correr. Pero también recuerdo el reto que era darle de comer, era toda una aventura porque no quería abrir la boca. Fue un tiempo para desarrollar paciencia, creatividad, juego, ingenio, así es como se construye la familia. Por eso, el hogar es el entorno donde surgen los recuerdos más preciados, están las personas con las que hemos compartido momentos inolvidables, donde hemos superado retos y desafíos, nos hemos enojado y luego reconciliado. Es aquí a donde invertimos todas nuestras fuerzas, recursos, tiempo, y están las personas que amamos. Las que hemos visto crecer, madurar, y marcharse tras su nuevo proyecto de vida.
Valoramos nuestra familia porque la consideramos importante, porque tenemos vínculos inquebrantables, y es en ella que hemos adquirido identidad, un buen nombre y una historia.
Hoy mi papá tiene más de 88 años, su vida está llena de recuerdos y sentarse con él es muy agradable porque te permite volver en el tiempo y valorar el sacrificio que hizo para edificar la familia. Con el paso del tiempo nuestros padres y abuelos se han convertido en héroes, nos permiten tener conexión con el pasado, y valorar el sacrificio que hicieron. Superaron las crisis, trabajaron duro, nos dijeron que teníamos que estudiar y luchar por nuestras metas. Es en casa donde se nos enseñan valores, que nos permiten tener un norte a seguir, y desarrollar una ética de trabajo. Es en casa donde se nos enseña a vivir, y se regresa para llorar, reír y soñar.
Amar es hacer algo importante por alguien que consideramos valioso, es lo que nos lleva a regresar a casa cuando estamos lejos y a pedir perdón cuando cometemos un error. Por eso, no importa lo que haya sucedido, todos tenemos la necesidad de estar cerca, porque nacimos para amar y dejarnos amar.
La aceptación nos permite demostrar amor a los que están en casa y la admiración es la que genera un ambiente que nos hace desear estar cerca.
Nuestro hogar es el mejor lugar para vivir, por lo que todos debemos procurar edificar una familia en donde sea agradable estar. Debe ser un lugar que nos haga sentir seguros y confiados. Con el paso del tiempo podemos descuidar los detalles porque nos acostumbramos a tenernos, por esta razón, haga prevalecer el diálogo, las expresiones de afecto, el abrazo inesperado, el beso en la mejilla, la caricia suave y la palabra amable. Aumente el honor y disminuya la ira, pues el honor fortalece el amor, y convierte la convivencia en una experiencia agradable.
La capacidad que hemos desarrollado de amar a los nuestros, es lo que nos permite construir un alto nivel de realización personal.
Las familias que alcanzan el éxito, son aquellas en las que sus miembros se sienten amados y aceptados incondicionalmente.
En las familias saludables el amor se expresa abiertamente y en forma natural. Puede ser con un: “Te amo”, “te extraño”, “¿cómo estás?”, “¿cómo te fue?”. Solo porque nos amamos.
El amor eleva la dignidad de la persona amada y refuerza su valor personal. Por eso, el amor que une a las familias es espontáneo, romántico, incondicional, y permite la individualidad de cada miembro de la familia.
Es el amor y la aceptación lo que nos permite tener criterio propio, nos nutre de fuerza para enfrentar los retos de la vida y nos invita a expresar lo que pensamos y sentimos.
El amor que une a las familias es desinteresado, generoso, y es lo que nos permite vivir en un ambiente de solidaridad y gratitud.
Cuando concedemos un lugar de importancia a quien amamos, la familia se siente segura, confiada y amada. Escuche, comprenda, perdone y pida perdón, identifíquese, resuelva las diferencias, discúlpese si se equivocó, planifiquen actividades en familia, y tengan proyectos compartidos. Esto nos invita a conversar, a ponernos de acuerdo, nos emociona y nos permite ser el mejor equipo del mundo, la familia con la que deseamos estar.
Con el paso de los años, la única relación que permanece es la de la familia. Por eso debemos mantener un vínculo fuerte con cada miembro que la conforma. Insista en amar a su familia.